Se encontraba ajena a respirar tóxico por la nariz y exhalar incomodidad. No le gustaba despertar con bombardeos a sus cinco sentidos y menos aún, la distancia entre cada persona por más que la tuviera a diez metros. Caminar en la ciudad para ella era una catástrofe, respirar era dolor y observar a su alrededor era sentir más y más necesidad de irse. No podía comprender cómo a los demás les gustaba vivir en eso que para ella era tan horrible y los demás no podían comprender por qué ella era tan diferente.
Y por ser diferente tuvo que soportar distancias, malos tratos, palabras lastimosas y otras cosas que guardó por miedo a llorar. "Llorar te muestra débil, no lo hagas". Y así siempre. 
Y se guardó, se guardó, se guardó hasta que un día explotó. Pum. 
Nunca escuchó nada más.

(la ventana al amor)