Con una brújula rota intento guiarme sin lograrlo, persigo rastros viejos sin poder encontrar el camino. Mis ojos ya se cegaron, mi boca no pide más auxilio. ¿Para qué? Si ya nadie escucha mi torpeza. Las ramas me golpean y me penetran, incesantes, sin culpa alguna. Encontré un río y traté de ahogarme. No puedo ni morir. El sol me evaporiza las lágrimas y me llena de energía. Energía inútil que ningún uso le voy a dar. ¿Para qué? Si ya ni caminar puedo. El alma se me carga de toneladas de tristeza y cada vez me resulta más difícil encontrar el camino. Intento seguir, en soledad, callada, y cuando finalmente creo encontrar el camino, incontables manos me detienen. Ahí es cuando tengo que decidir. Dos caminos diferentes, con personajes diferentes, elección para toda la vida. ¿Cómo se hace? ¿Bajo qué parámetros tengo que decidir? Grito ayuda. Nadie escucha.