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Vengo del mundo de las hadas, en donde una flor vale más que un millón de billetes, donde ser feliz es prioridad y no última opción. Cualquier olor es más fuerte que el dolor y una planta de aloe me cura las heridas. Porque si se me desconecta el cerebro está bien y puedo pasar cuantas horas quiera tirada mirando las estrellas, hablando con alces y mojándome los pies en un lago celeste. 
Manejo mi mundo, las horas no existen y cuento el paso del tiempo mediante cambios de estaciones. Porque acá se puede tener frío en verano y las hojas se pueden caer en primavera, porque acá nadie rige bajo ningún paradigma excepto el del amor, que es el único permitido. Porque si las cosas no son con amor acá están mal vistas y se entierran en el fondo del lago, y a veces cuando hundo mis pies las siento, te juro que las siento, pero me tiran de las orejas los conejos y vuelvo a la superficie. Porque acá todos somos lindos, ¡Inclusive yo aunque no lo creas!