kilos de vos y más.

La forma en la cuál tus bigoten cortajean mis labios y hacen aún más hermoso el pequeño sufrimiento. Tu mirada que se pierde, que se escapa y que me entiende, entre conexiones verdes y marrones que vuelan por nuestro espacio. Aprendiste a calmarme copiándote de mi técnica, que ahora es más tuya que mía y eso me fascina. Tus palabras tan únicas que escribís por ahí, que me llenan el cerebro de amor y de Parque Chas. Tu tic nervioso de mover la boca que tantas ganas me da de abrazarte y apretarte para que lo sigas haciendo cada vez que me das un beso. Tu sencillez no tan sencilla que atrás oculta sentimientos increíbles, repletos de canciones que laten, canciones que aman, que llenan, que son. Esa tan predecible sonrisa que tenés, esa que me hace sonreir y que hace que todo termine en una guerra de cosquillas por quién tiene más amor. ¿Se te escapó un amor o me pareció? ¡Ojalá! Me encantó. El equilibrio que mantenés y que me hacés recorrer a mí también, ese que me lleva por paisajes imaginarios más lindos que los reales pero sólo porque estoy con vos y nada más. Verguenza: palabra que no figura en tu diccionario y que tanto me hace reir. Andemos en bicicleta y querámonos con música, sin música, de día y de noche. Sólo voy a conseguir estar bien si estás ahí para hacerme de psicólogo y llenándome el cuerpo de poemas y sahumerios, esos tan ricos que me regalaste. Tanto amor junto me está empachando, me hipnotiza y me hace feliz.