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"Pero la realidad era muy otra. Es cierto que los ahorradores de tiempo iban mejor vestidos que los que vivían cerca del viejo anfiteatro. Ganaban más dinero y podían gastar más. Pero tenían caras desagradables, cansadas o amargadas y ojos antipáticos. Ellos, claro está, desconocían la frase: ¡Ve con Momo! No tenían a nadie que pudiera escucharles y los ayudara a volverse listos, amistosos o contentos. Pero incluso si hubieran tenido a alguien así es más que dudoso que jamás hubieran ido a verle, a menos que se hubiera podido resolver la cuestión en menos de 5 minutos. Si no, lo habrían considerado tiempo perdido. Según decían, tenían que aprovechar incluso los ratos libres, con los que tenían que conseguir como fuera y a toda prisa, diversión y relajación."

- Momo