Cable a tierra, vos.

Vivir en un ambiente en el cuál no perteneces no es nada agradable, pero ahí estás vos para hacerme salir de todo eso que día a día me lastima un poco más. Somos como dos monstruitos que no pertenecen a ninguno de sus ambientes y que igual son, viven y respiran. Somos nuestros cables a tierras y es todo tan bello y perfecto cuando así lo queremos. Dejame respirar, dejame escuchar música, dejame sacar fotos y mirar películas y te prometo que vivo feliz. Te dejo mirar series, sacar fotos, escuchar los Beatles todas las veces que quieras y te acompaño al río a sacar a tus perros cuántas veces quieras pero no nos abandonemos. No abandonemos la magia que conecta a estos dos monstruitos tan extravagantes. ¿Quién entiende a los monstruos extravagantes? Yo no. No me entiendo ni te entiendo pero te amo igual.
Te amo porque me llenás la mente de vos, de tu sonrisa y de las cosas que decís. De cómo me cuidás cuando me siento mal y de cómo me tapas si hace frío. Te amo porque los días con vos son increíbles y totalmente nuevos. Mi vida monótona con vos se desmonotoniza y no sabés lo que agradezco que sea así. Sos vos la única persona que necesitaba encontrar para refugiarme de todos los huracanes que toman lugar en mi cabeza. Porque a pesar de pensar mucho en arcoiris también tengo huracanes y son feos, vos sabes.
Gracias, no sé bien por qué, pero gracias. Cada partícula de vos me hace bien y necesito que vuelvas porque te extraño mucho. Dos días sin vos fueron suficientes para que me de cuenta de cuánto te necesito. Sos mi soporte. ¿Viste los respiradores artificiales? Vos sos el mío pero de carne y hueso. ¡No me faltes porque me quedo sin oxígeno!