-Ése es tu potencial -le respondió Sam-, ser hermoso, inocente y perfecto.
-Si ése es mi potencial -dijo el caballero-, entonces algo terrible me sucedió en el camino.
-Sí -replicó Sam-, pusiste una armadura invisible entre tú y tus verdaderos sentimientos. Ha estado ahí durante tanto tiempo que se ha hecho visible y permanente.
-Si ése es mi potencial -dijo el caballero-, entonces algo terrible me sucedió en el camino.
-Sí -replicó Sam-, pusiste una armadura invisible entre tú y tus verdaderos sentimientos. Ha estado ahí durante tanto tiempo que se ha hecho visible y permanente.
-Quizá sí escondí mis sentimientos -dijo el caballero-. Pero no podía decir simplemente todo lo que se me pasaba por la cabeza y hacer todo lo que me apetecía. Nadie me hubiera querido. -El caballero se detuvo al pronunciar estas palabras, pues se dio cuenta que se había pasado la vida intentando agradar a la gente. Pensó en todas las cruzadas en las que había luchado, los dragones que había matado, y en las damiselas en apuros que había rescatado: todo para demostrar que era bueno, generoso y amoroso. En realidad, no tenía que demostrar nada. ERA bueno, generoso y amoroso.